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Aconsejable

Cuidado y Tienesque, dos queridos conocidos de la infancia y más allá. Al principio los usamos para los enchufes, el fuego, cruzar la calle y demás peligros reales, de la vida real. Podría decirse que Cuidado y Deberías son amigos nuestros de pequeños, amigos de carne y hueso, de esos que nos cogen de la mano, nos protegen y nos ayudan a sobrevivir. Después parece ser que la zona de aprendizaje aumenta y, con ella, la complejidad de educar. Cuidado y Deberías pasan a ser, por ahi por la pre-adolescencia, amigos un poco más imaginarios que reales y empiezan a tomar otros nombres como OjoCon, Yodeti, Deberías, Nomegustaque, o el famoso EsoNoTieneSalida. Dependiendo del ámbito en el que habiten los consejos, formas varias hay de expresarlos. Dependiendo, también, de quien los diga, vivimos algunos consejos como más o menos amigos que otros. Porque en la adolescencia, ya jugando a ser adultos, entran en acción otros personajes como los amigos, los vecinos, o incluso los anuncios (mis favoritos) y ya no sólo recibimos consejos de referentes educadores como profes, hermanos y padres. Ya entramos en el mundo de lleno, con todos sus habitantes y sus tendencias a opinar, aconsejar y, por qué no, prevenir amenudo desde la “propia experiencia”.

La adolescencia es una buena época para poner a prueba estos límites y soltarle la mano a estos amiguitos para ver si son reales o imaginarios, y si detrás de los consejos y advertencias existe de verdad un peligro o se esconde la llamada zona mágica, en la que hay experiencias que, aunque a las personas de nuestro alrededor no les guste, a nosotros nos pueden llenan o enseñar lecciones de gran valor.

No siempre, pero habitualmente nos servimos de la confrontación y la rebeldía para pasar por esta fase y explorar estos límites. Y decir que nos tomamos los consejos a la ligera se queda corto y bonito.

Qué ocurre cuando llega la fase adulta? La lógica nos diría que, siendo plenos protagonistas de nuestras decisiones, Cuidado y Deberías pierden sentido y dejan de existir, porque ya no hay nada ni nadie ahí fuera que deba advertirnos de peligros o marcarnos el camino a seguir. Pero no, vivimos en una enorme manada de humanos y otros seres y nos cuidamos entre nosotros, de la mejor manera que podemos y sabemos, Los consejos son el pan de cada día, se esconden en cada conversación, a veces incluso ni nos damos cuenta de que estan comiendo con nosotros, pasándonos la sal, que no deberías ponerte tanta, que acabarás con hipertensión.

Podemos ser concientes de ellos en los momentos sin importancia y podemos ver cuán reales son cuando algún amigo, que nos quiere y nos conoce bien, nos advierte de algo que nos acaba sucediendo y doliendo. Incluso a veces podemos oír como nuestros propios consejos nos susurran al oído, como ecos de ese añejo “cuidado no te caigas” justo antes de caer. Alomejor hasta los decimos en voz alta a alguna otra persona, amigo, hijo o sobrino alimentando esta cadena eterna de aprendizaje.

Como adultos, nos sentimos libres tanto de aconsejar sin que nos lo pidan como de pedir consejo. A veces nos enganchamos a ese niño que reacciona a la advertencia con miedo y a la orden con complaciencia. Otras veces nos enganchamos al adolescente que reacciona a ambas desafiándolas. En ambos casos, nos perdemos la oportunidad de escucharnos a nosotros mismos y elegir libremente cualquiera que sea el camino que queremos tomar.

Porque Cuidado y Deberías, en el fondo, ya no están, así que hagamos lo que hagamos, como adultos vivimos las simples y llanas consecuencias de nuestras decisiones y relaciones con los demás, los que nos aconsejan y los que aconsejamos, los que nos advierten y a los que advertimos. Ahora los permisos y los límites son ley o cosecha propia, el resto son amigos imaginarios.

Eso sí, no hay nada tan personal e identitario que una opinión o un consejo, cuando nos lo regalan nos estan ofreciendo un cachito de corazón. En el fondo y en la superficie, un consejo adulto es, ya, una muestra de cariño que nos sirva o no, nos está diciendo entre líneas un TeVeo, TeSiento o TeQuiero aunque a veces se disfracen de CuidadoCon, HazmeCaso o MePreocupas.

Cuidado y Deberías son universales y atemporales, asíque nos acompañan todo el camino, desde que de niños, prácticamente nos enseñan a vivir. Para mi, hacerse mayor es pasar de la necesidad de obedecerlos sin agradecerlos a agradecerlos sin necesidad de obedecerlos.

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Autor Anders Norén