Volem si Volem

Tots tenim ales

Caperucita

El cuerpo recuerda, de algún modo, más allá de lo que la mente olvida por supervivencia.

De algún modo el cuerpo, lo recuerda por supervivencia también.

Rebusco entre los escombros de lo que, conscientemente, intento desechar en mi vida y descubro estas cosas que se guardan sin un porqué racional. Son sensaciones tan impregnadas en mí que llevan años confundiéndose con mis carnes, en silencio.

El silencio.

Mientras el cuerpo aprende a vivir, la mente construye el relato. El ego se encarga de poner el lazo y, a partir de entonces, el baile se torna una sola canción en bucle. En qué momento nos damos cuenta de que nuestros pies no hacen sino que moverse en los mismos pasos sobre distintas baldosas? Quizá justo antes de que empiece a sonar la misma canción de nuevo.

Pero alguna parte de mí, hoy, escucha lo que el cuerpo recuerda, y esta vez con atención.

Y no quisiera que fuera para juzgar, esta vez lo cuido.

Lo escucho y lo entiendo tan inocentemente como lo aprendí. Lo cuido como no fui capaz entonces y lo abrazo desde la no-imposición de aprender nada sobre ello; de no sobre-escribir la historia ni empezar un nuevo bucle en la pista.

Sin deseo, con el desapego de no-pretender que me llevará, quizá, a desprenderme de aquello que, conscientemente, quiero desechar en mi vida. Pero que guardaré tanto tiempo como mi cuerpo necesite para entender que, de algún modo me dio forma, un tiempo.

Y, que de algún modo, ya no siento nuestra esta forma de existir.

En el silencio.

 

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Autor Anders Norén