No siempre fue así.-le dijo y le repitió hasta que agarró papel y boli.
Hubo días en los que escribías en los envoltorios del desayuno.
Canciones, poemas, historias o cualquier otro elemento que se prestara a ser traducido por tí.
Sabes? no nos pertenecen. Las historias, lo relatos, no son nuestros; se nos prestan si nos prestamos a ellos.
Bajo el canto de los pájaros que no ves pero oyes, el tintineo del agua al correr o en el ensordecedor silencio de sus ausencias, ellos aparecen y nosotros los vemos. Se nos muestran y los dibujamos.
Una vez sucede, ya ha concluido nuestro papel en ello, almenos por el momento. Ahora esperarán a ser encontrados por quien sea que tenga que leerlos.
Quizá por eso siguen algunas palabras ahí, entre las arrugas del sobre de papel, bajo el forro de periódico que envuelve la caja, esperando.