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SER

Después de algunos dias immersa en la naturaleza vuelvo a la ciudad con el cuerpo vacío. En paz y vacío de cuentos, estas historias que nos contamos una y otra vez sobre lo que nos rodea y sobre lo que nos pasa por dentro. Al fin y al cabo nuestra vida tampoco se diferencia tanto de una de esas películas en las que hay un narrador constante.

Y allí, en tierra de caballos, he encontrado un regalo tan vacío como lleno que llevo conmigo; el SER.

 

Es curioso como amenudo nos da miedo SER y nos conformamos con TENER o ESTAR, o no nos conformamos con ninguno de ellos. Es curioso como, sin embargo, a veces sin querer, SOMOS MIEDO en lugar de tenerlo, sobretodo en esos momentos en los que sentimos este MIEDO A SER.

En los diferentes mundos que conforman el crecimiento personal existen algunas tendecias a rehurir del “ser” y sustituirlo por el “estar” para escapar de lo estático y permitirnos el cambio. En ocasiones nos es útil, aunque me pregunto si no estaremos descuidando algunas partes de nosotros y de nuestro sagrado SER en este camino hacia el cambio, comunmente llamado mejora y comunmente cronificado y convertido en un camino interminable -cuando este cambio se aleja de la aceptación-. Es elección de cada uno vivir el crecimiento personal como un camino hacia algo mejor, que aun no somos -hacia fuera-, o como una aventura de nuestra propia mano -cada vez más hacia dentro-. Cada momento tiene su enfoque, por eso cada vez soy más fan de usar la palabra SER cuando me es util, porque eligo identificarme con ciertos valores, roles y posiciones, además creo que ya SOMOS ese cambio que buscamos, si dejamos de lado – o aceptamos-  el miedo a ser.

Allí, en tierra de caballos, encontré en el SER un amigo fiel, libre de prejuicios y lejano a lo estático. Un SER auténtico y dinámico, parecido al “estar” que nos permite el cambio, pero con este ingrediente que nos llama tanto la atención al preguntarnos “quien soy yo?”, este misterio que nos mueve a cada instante y a cada pequeño paso que damos en la vida.

La tierra y el agua eran bajo mis pies, en el barro que pisaba. El viento era movimiento en los árboles y sonido y frio en mis sentidos. Cada una de las personas presentes, estábamos ahí compartiendo nuestro SER, pleno y diverso, exento de juicio. Los caballos eran ellos mismos a cada momento, independientemente de su estado, que no existia más que en nuestros relatos internos, en nuestras palabras mentales hambrientas de interpétación y sentido. Y si no hay un sentido concreto en nada? Y si esa posición de simplemente SER, sin más explicación, nos abre la puerta al SENTIDO de todo?

Como bien dice la palabra, el sentido o propósito es algo que se siente, así que las palabras que le pongamos serán meras aproximaciones y cada uno le pondrá las suyas propias. Aunque vuelvo de estos días, en tierra de caballos, convencida de que, a pesar del distinto relato de cada uno y gracias a ello, sólo hay un sentido de todo esto y todos lo compartimos.

Esta es la entrada de la reapertura del blog, inspirada en un fin de semana inolvidable en el que he reconectado con muchas partes de mi ser, entre ellas la escritura y mi amor por este blog que llevaba tiempo en pausa. Así que quiero dar un especialísimo agradecimiento a todos los que forman parte de esta aventura en tierra de caballos: a todos los compañeros del curso (gracias por la foto, Nere!), a los caballos y a los maestros de Equilibri, que comparten su ser en cada taller y formación, y eso es un tremendo regalo. GRACIAS.

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Autor Anders Norén