Por debajo del suelo todavía hay hueco para existir.
Para acurrucarse, perderse en el espacio que hay de aquí a la pared que miro y buscar el límite entre el agua y el fuego sobre mi piel.
Por debajo del suelo, una cadena rodea mi pata y tira de mí hacia el cielo.
Todavía hay hueco para sentir la necesidad rajando mi ser a tiras.
Un pequeño hueco para pelearme conmigo, para intentar entenderme sin menospreciarme. Para intentar quererme sin encontrarme.
Hay un hueco que existe y se extiende como una pregunta huérfana.
Por debajo del suelo caes hasta que la Tierra te recoja, en algún punto del que no podrás saber hasta llegar. El tiempo se ríe de la gravedad, las fuerzas que te gobiernan se quitan las máscaras mientras te bailan.
Algo desconocido desafía a lo ancestral para mandar sobre tu cuerpo. Alguien que no entiendes te observa caer mientras señala tu nombre mal escrito. Otros vuelan a tu alrededor esperando que caigas de pie sobre algún otro suelo.
Entre el suelo y la Tierra hay espacio de sobras. Hay despacio de sobras.
En realidad hay nada.