Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño.
-Mark Twain
Todavía tengo que crecer un poco más y rejuvenecer otro tanto.
Sacudirme ideas impuestas y volver a la curiosidad de la niña rarita.
Abrir los ojos al mundo y ver lo perdido que está.
A partes iguales.
Descubrir por ambos extremos de la cuerda, que demasiado ingenua soy y demasiado escéptica a veces. Que selecciono, sin quererlo, para qué sí creo y para qué no. Y a menudo lo hago al revés de como querría, por hacerlo sin querer.
“Así no se va a ningún lado”. Pero doy, doy y doy en fe a la humanidad. En pro del otro y de lo bonito que nos une. Qué buena soy.
“Detrás de todo hay algún interés“. Pero realmente creo y veo -si miro- señales de que existe un tejido subyacente de hermandad y conciencia. Que las cosas bonitas nacen en todos los sitios como las hierbas que rompen asfalto. Pequeñas esporas luminosas que resisten a la niebla descorazonada que, también, nos envuelve.
Para qué negarlo, hay luz y sombra por igual. Pero cuando el día es gris, y las nubes encapotan el cielo, a veces veo en el mar un lejano círculo amarillo brillante. Y siempre pienso…ahí, justo ahí debajo, hace Sol.
Entonces sí. Hay luces y sombras por igual, pero tenemos piernas y alas para perseguir tanto unas como otras. Y nos ponemos debajo -me pongo debajo- de las nubes tupidas cuando soy esta niña ingenua que cree ciegamente y cuando soy una adulta amargada que de todo sospecha y que todo sopesa en desmesura.
Todavía tengo -tenemos- que encontrar ese punto cierto en el que ser humano es conservar el corazón niño en la mente adulta al crecer. Y que la segunda sirva al primero, que es el que ya viene pleno al nacer.
Nuestras virtudes son, a menudo, hijas bastardas de nuestros vicios.
-Friedich Hebbel